¡Aquí vamos de nuevo!
Sólo bastará entrar y aquellos hombrecitos intentarán escapar. Y no es que le teman a ella, más bien es el terror de que a ella se le ocurra un juego nuevo y los use como sus soldaditos.
¡Par de bribones!
Uno sale corriendo y el otro prefiere hacere el dormido; pero ninguno es capaz de enfrentar al enemigo, que no es otra cosa que el diablo mismo.
La última vez que el enemigo se hizo presente, el más moreno de ellos fingió no hablar el mismo idioma y el otro declaró estar poseído por un demonio.
¡Ya están grandecitos!
...-Sí-, repité el enemigo, -lo que pasa es que piensan que los quiero para comérmelos vivos-
¡Vamos a hacer un experimento! [...]
¡Abajo, ahí viene el mismísimo diablo!
Aquí es cuando los bribones corren y se ocultan en sus madrigueras.
viernes, 18 de diciembre de 2009
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