domingo, 5 de abril de 2009

Si el diablo fuera mujer...

Parece que acaba de levantarse, tiene el cabello más crespo que un estropajo, la piel más reseca que nada; tiene un tic nervioso que se pega. Es mi abuela.
¿Su nombre? no, no tiene, Juana, Guadalupe, María, Crecencia ¡¡¿qué más da?!!, sólo su papacito sabe; sólo él sabe por qué le aventó sus documentos al fango (sí, aunque no lo crean).
Mi abuela no es de aquí ni de allá; no vive nadie para que nos cuente su infancia o su adolescencia y los que podrían hacerlo ya no están cuerdos.
Yo no lo sé de cierto pero lo supongo, que mi abuela se sentía sola y por eso buscó a tantos hombres. No es guapa y no lo era, no sé cómo le hizo para conseguir tanto amor; aquí es donde empiezan mis sospechas: no es un ser normal.
Por la cama de mi abuela pasaron todos lo apellidos, pero la suerte sólo le dejó cuatro (¿?); tuvo buenas propuestas que le aseguraban un gran futuro, ella no aceptó ¿quién sabe por qué?.
Mi abuela engendró salta pa´tras, salamancas, urracas, gorilas y hasta víboras y su descendencia es muy parecida.
En su cabeza viven muchas personas, algunas ficticias y otras verdaderas: el tío Juan de Guadalajara, Doña Chuchita, La madrina y el tío Aristeo y salen a la luz cuando está contando sus relatos, cuando un atinado le da cuerda y mi abuela comienza a contar todos los secretos de veinte generaciones, no para, no dice groserías, las sustituye, usa palabras raras y escupe al hablar.
Ha padecido un millón de enfermedades, Dios le envía una cada mañana, Dios la asusta y la obliga a soñar con mucha gente; sólo su imagen milagrosa la salva.
Nunca a tenido una casa fija, va de un lado a otro cargando con su petaca, sus fotos, sus recuerditos y su leche de la CONASUPO.
Por una extraña razón la conoce todo el mundo: ¡Ahh, Lupe la del pollo!, es capáz de poner a dos pueblos en guerra, de sembrar odio entre los hombres, de mentir, de inventar, de salirse con la suya.
Mi abuela está cuerda aunque ella lo niegue, es más sana que un bebé, espanta más que el Coco y hace más maldades que el Diablo...
Sí, mi abuela está loca, loca.

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